CRÓNICA
Muchos nos levantamos, día a día, con la silenciosa tranquilidad de estar en el lugar al que pertenecemos. Con mil preocupaciones en la cabeza, pasa desapercibido el refugio intocable, que es nuestro hogar. ¿Qué pasaría si una noche, o una mañana, llega un desconocido y simplemente se apropia de todo lo que amamos y hemos construido? No volver a ver nuestras cosas, empezar de cero en donde nos deje el viento; el que sopla con afán y sin rumbo fijo, es la solución primaria por supervivencia. Son situaciones que vemos lejos y borrosas en algún televisor o papel periódico que intentamos poner para el perro. Colombia está llena de estas historias, en nuestras calles fluye un rio de desplazamiento forzado, que da fe de la realidad absoluta. Estamos en guerra y es una de sus consecuencias, pero las decisiones son las que dan un cambio abrupto al cliché que estamos acostumbrados.
Por ser una niña conversadora, Doris, no entendía cuando su madre le decía que no les hablara ni se sentara en sus piernas cuando llegaban a pedir comida a la finca donde vivían. Ella y los tres hermanos, debían guardar silencio y meterse en una habitación cada vez que una bota de caucho entraba a las tierras de su papá. Por el “camino real” pasaban todas las fuerzas armadas que existen en Colombia, el corregimiento de Aquitania en el municipio de San Francisco, se convirtió en zona roja.
Casualmente empezaron a entrar al lugar que la vio crecer. Nació en el 85 y sus recuerdos permanecen desde los 5 años. Caminó a través de cultivos de café, maíz y frijol, que utilizaban para vender y consumir, “El Retiro” era una finca prácticamente autosuficiente; sólo compraban sal, y arroz. La vida campesina era tranquila y llena de animales: Vacas, mulas, marranos y caballos, la acompañaron en su infancia.
“Desde que tuve uso de razón vi desfilar muchas botas por mi casa: botas de cuero, botas de plástico, o sea, paramilitares, guerrilleros y soldados”.
Los vecinos eran lejanos y las fincas con el pueblo se comunicaban por el “camino real”; a 7 minutos estaba Aquitania “era un cuadrito, una manzana, la iglesia, la escuela y ya”. El groso de la población en ese entonces abarcaba todas las veredas cercanas y lejanas.
La guerra con sus consecuencias, empezó a formar parte de la vida tranquila en el campo, se metió lentamente con estrategias baratas e intermitentes. El frente guerrillero Carlos Alirio Buitrago se convirtió en la roya humana de todo un corregimiento.
Ruptura de costumbres
El parque del pueblo fue testigo de muchas historias, allí llegaba el frente guerrillero con megáfonos para invitar a reuniones y venderles mentiras “decían que colaboraran que todo eso era en defensa del pueblo y que no dejaran entrar a nadie más”. Su padre siempre evadió estas reuniones, a pesar de no haber estudiado, evitó formar parte del violento juego. Sabían los nombres y cómo se ganaban la vida, de cada persona que pertenecía al corregimiento, quiénes participaban de estas reuniones firmaban una lista, luego de que les regalaran tela, cobijas y leche condensada en lata. La guerrilla se metió, pero dejó espacio para otros dos actores: soldados y paramilitares.
“El ejército en ese entonces era como el bando bueno, nunca amenazaban con nada y antes sabían que el pueblo, los campesinos estaban entre paramilitares y guerrilleros”. Cuando aparecían, pedían agua y limonada, en cambio, los grupos ilegales aprovechaban fincas como la de Doris para alimentarse. “Como era tan grande la finca, ellos llegaban y le decían a mi mamá que matara tantas gallinas para hacerles almuerzo o que matara una vaca. Ella me mandaba con mis hermanitos para una pieza y se quedaba sin modular palabra. Les daba comida que era lo que necesitaban.” Con estas circunstancias las familias campesinas quedaban entre la espada y la pared, podían pasar por colaboradores de cualquier grupo armado trayéndoles como consecuencia el desplazamiento o la muerte.
Los Colorado eran una familia de 9 personas, 3 de sus hijos estudiaban en Marinilla, pues en Aquitania solo había educación primaria; habían tenido una infancia tranquila hasta 1993, cuando empezaron los verdaderos problemas. “A veces, cuando estábamos en la escuela se enfrentaban la guerrilla y el ejército en el cementerio, era la colina más alta que había en el pueblo y todos al piso. Escuchábamos las balacera y a mí me encantaba, era mucha adrenalina.” En uno de esos enfrentamientos la curiosidad le ganó a Doris y en un descuido del profesor se levantó y miró por la ventana. Contó 14 soldados bajar por la escalera de un helicóptero mientras uno de sus hermanos mayores le rogaba que volviera al suelo. “Yo no sé qué sería de mí sí me hubiera quedado allá. A mí me encantaba eso. Con 10 años y yo: wow! Yo quiero, yo quiero un fusil.” Esa era la mentalidad que tenían y lo que veían, muchos se han ido engañados a luchar por una causa que promete darles dinero y una mejor vida pero donde simplemente son peones en el ajedrez de la guerra. Sus padres siempre se preocuparon por esta situación, convencían a niños y niñas entre los 12 y 13 años para irse a luchar a favor de alguno de los bandos enfrentados. Los juegos de fútbol eran el espacio perfecto para acceder a niños y aumentar su ejército con inocencias interrumpidas.
Aquél domingo del 95, llegó su hermano llorando a “El Retiro”, el miedo casi lograba que orinara sus pantalones; gracias a la invitación hecha a enlistarse en la guerrilla mientras jugaba un partido con sus amigos, no podía negarse porque sería a la fuerza. Este fue el detonante del éxodo que viviría la familia Colorado. A la 1 de la mañana del lunes, su padre sin pensarlo demasiado, en un caballo cogió monte hasta la carretera en donde pasaría, a las 9am, el carro que lo llevaría a Marinilla. Este cambió trajo lágrimas a su madre y todos los hermanos que quedaban en la finca, poniéndoles una máscara cuando llegaba una bota de caucho y obligándolos a guardar silencio en una habitación; no debían dar información a pesar de la imprudencia que caracterizaba sus edades. A los pocos días fueron específicamente a buscarlo, conocían la identidad de todos los miembros de la familia, su madre simplemente respondió: "desde el domingo no aparece, se fue para el pueblo y no lo hemos vuelto a ver”. Así le salvaron la vida, los insurgentes se olvidaron de él y en Marinilla nunca lo buscaron.
La plaga de la guerra transformó el corregimiento, los cultivos de maíz, fríjol y yuca empezaron a tumbarse para sembrar coca; dando inicio al legado maldito de la droga. Todas las semanas llegaba la noticia de una nueva familia que huía al cambio extremo de Aquitania, se perdió el origen de un pueblo agrícola, honrado y pacífico; “el pueblo no querían que se fuera la guerrilla pues el ejército mataba los cultivos de coca que les daban plata. No tanta como ellos creían, no iban a salir de pobres con eso, nunca el cultivador va a salir de pobre con coca, pero era más fácil porque no tenían que ponerle tanto cuidado como a un cultivo de maíz o fríjol. Luego veían que estaban en un grave error porque los hijos empezaban a trabajar raspando coca, a los 13 o 14 años se iban para la guerrilla y después los mataban, Quedaban sin familia, sin coca, sin cultivos, sin plata, sin nada y con la guerrilla”.
La familia Colorado tuvo el tiempo de tomar la decisión que cambiaría sus vidas. Las tropas cada vez eran más grandes y exigían más; abusaban pendiéndoles ir al pueblo y sacar a crédito comida que ellos luego pagarían. “Esto se estaba comiendo a mi papá como un cáncer, lo secaron”. La plaga estaba terminando con los animales y el bolsillo, así que empezaron a vender todo lo que tenían, excepto las tierras, cuando su madre dijo: “¡bueno nos vamos! mijo a usted lo van a matar y nuestros hijos se van pa’ la guerrilla, entonces nos vamos. No importa lo que haya que hacer pero nos vamos”. Con esos ahorros en enero del 96, salieron para Marinilla, dejando a un primo con su familia en “El Retiro”. A él, la guerrilla, le mató uno de sus hijos y lo sacó de la finca para vivir en ella durante 6 meses. Culminaron el exterminio que habían empezado un tiempo atrás, acabaron con los cultivos, sembraron minas antipersonas y enterraron a guerrilleros muertos en combate. Cambiaron vida por muerte antes de explotar la casa y convertir las tierras en un cementerio minado.
Flamante horizonte
Con la llegada a marinilla todo cambió, Doris, empezó el bachillerato inexistente en Aquitania y eso abrió las puertas a una vida de triunfo, el dolor y la violencia quedaron en el pasado. “Era muy duro porque nos ponían dizque a ir a la biblioteca municipal, a consultar tal cosa, y yo: “pero como así, ¿qué es ir a consultar?”. Donde yo estudiaba era una escuelita pequeñita y no nos ponían a hacer nada, solo habían unos libritos”.
Aquí tuvo su primer contacto con personas de la Universidad de Antioquia, sus practicantes eran los responsables de los semilleros extracurriculares de matemáticas y literatura en el pueblo; “A mí siempre me enamoró mucho ser como ellos porque era gente muy tesa”. Todo este amor se volvió realidad, en el 2002 llegó a Medellín, con 4 horas caóticas de anticipación, a presentar el examen de admisión para licenciatura en lenguas extranjeras, ganándose un cupo en la segunda mejor universidad de Colombia.
A pesar de que sus padres no estudiaron, educaron a sus hijos con una mentalidad pujante y capaz de alcanzar los sueños; el legado familiar de la docencia se reflejó en varios de sus tíos y en ella. Su madre fue el personaje de fuerte carácter que marcó y definió la ilimitada visión de vida que tiene Doris. La mujer que llevó las riendas de la familia siempre le dijo: “usted en la vida puede ser lo que quiera ser, usted no es sino que trabaje duro por eso. El que quiere peces que se moje el culo”. Buscando el pez que mejoraría su hoja de vida, antes de graduarse, presentó el examen de la convocatoria anual que hacen en Colombia, para 80 personas que quieran ir como asistentes a Francia. De nuevo la vida le sonrió, en Francia duró un año, “hablo francés, Italiano, Inglés, español y mierda, cacanés”. Así abrió puertas, consiguió otro trabajo como asistente en una universidad, codeándose con importantes docentes y adquiriendo la mejor experiencia; además reuniendo el dinero que le ayudaría a viajar una buena parte de Europa.
Cuando llegó a Colombia volvió a trabajar en la Unión Francesa. Como profesora de cátedra ha formado parte de las universidades más nombradas de Medellín: La UPB, la EAFIT y la Universidad de Medellín, han visto desfilar a Doris por sus aulas. Actualmente, se desempeña como profesora ocasional de francés, en la Universidad de Antioquia. En el 2008, con miedo, presentó su hoja de vida, a través de una profesora que le dio clase en sus años de estudiante. “Me gusta que en la Udea se puede hablar de temas sociales que no se tocan en otras universidades, porque a los estudiantes no les interesa; no generalizo, pero ellos no han vivido que entre el Smart a la universidad, que hayan encapuchados y papas bomba”. En el 2012, cuando finalice el contrato, regresará a Francia para estudiar mínimo un año e intentar seguir con el doctorado; por ser profesora ocasional la Universidad no le ayuda, así que la preparación económica ha sido ardua y con proyectos de conseguir una beca o, en su defecto, un crédito con Colfuturo.
“Me gusta mucho mi historia de vida, porque me creó una sensibilidad a los problemas sociales, soy un ser más político. Todos somos seres políticos pero soy una persona más consciente y luchadora en varias cosas, porque me tocan directamente, porque viví la opresión; por eso tengo como una visión distinta de esos planes de gobierno que dan plata a los reinsertados para que ellos sigan delinquiendo y piensan que van a solucionar las cosas así. ¡No! las cosas se solucionan de una manera más profunda, atacando el desempleo, la pobreza, la falta de oportunidades; directamente la raíz del problema, y no dándole a los jóvenes esa enseñanza de que ser malo sí es bueno, sí vale la pena, que así hay más posibilidades, le dan un sueldo y lo mandan a estudiar”.
La Doris adulta, volvió a Aquitania para descubrir que no quería volver, reconoció a varios de sus compañeros de escuela con botas de caucho y “El Retiro” hecho rastrojos con minas que duran 50 años activadas. El desplazamiento abrió nuevos horizontes que no permitieron que terminara casada con un cocalero o en una fosa común en la tierra donde cogía mandarinas y naranjas.
Es un géneros narrativo, que cuenta un suceso de actualidad y tambien es argumentativo porque evalúa un evento o una situación que consideran ya conocida y fundamentan sus puntos de vista.
Esta cronica Narra y evalúa los hechos es decir maneja un estilo mas literario y personal.
Incluye marcas de acercamiento al lector es decir nos envuelve dentro de la historia.
la cronica esta muy bien estructura por : ¿Cómo incluye su punto de vista personal? ¿Se formula peguntas? ¿Opina directamente? ¿Usa adjetivos que califican lo que ve? ¿Presenta a los actores con términos cargados de valoración? ¿Hace aparecer otros puntos de vista? ¿Cita otras voces? ¿Cómo les da la palabra? ¿Usa citas directas o indirectas?
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